viernes, 17 de diciembre de 2010

7e lo mereces


Penúltimo ciclo…

No ha sido el peor de todos, pero si de alguna forma el más gratificante. Las veces que estudié obtuve buenos resultados y bueno pues, aquellas en las que no…pues también.

No obstante, hubo un solo curso (de los ocho que llevé) que no me dejó en paz, si no, hasta fin de ciclo. Automatización Industrial se llamaba el desgraciado, maldito engendro de 4.5 créditos comandado ociosamente por un gordito simpaticón a primera vista, pero desequilibrado emocionalmente en el fondo, maldito curso hijo de la gran currícula de mi carrera que me mantuvo bajo amenazas de repitencia y fracaso durante poco más de 5 meses. Curso maldito, envenenado de tramposas prácticas y truculentos laboratorios que estuvo a punto de mandarme de regreso a ser aquel joven despreocupado, ocioso y mediocre que solía ser. (Sigo siendo todo lo antes mencionado, pero ya no con tanto desparpajo)

El gigante de 4.5 créditos estaba compuesto de 8 laboratorios, 4 practicas (de las cuales la que tenía la nota más baja se eliminaba) y un único examen lo coronaba a final de ciclo, un examen en el cual venían incluidos todos los temas estudiados durante el ciclo, en mi caso todos los temas que estudié un día antes que termine el ciclo.

Los pesos eran 30% prácticas, 40% laboratorios y nuevamente 30% el examen final.
Como ya es costumbre la primera práctica, que debe ser en la que se obtiene más nota por la poca cantidad de temas que entra, la eliminé. Un 08 bien dibujado apareció en mi registro, sin causarme mayor preocupación, ¿por qué? pues porque se eliminaba.

Pasaron los primeros laboratorios y para mi suerte los di bien, era importante mantener un promedio aceptable, porque el mayor peso lo tenían los laboratorios.
Llegó la segunda práctica, la di confiado, sin haber estudiado un carajo, total si hice bien los laboratorios la práctica es un paseo. Lamentablemente y para mi mala suerte los laboratorios y mi exceso de confianza me arrojaron nuevamente un 08. La preocupación me invadió, pero sin causar mayores estragos. Un 08 se elimina y el otro…que va… no es tan malo tener un 08 que se promedie con la supernota que voy a sacar en la siguiente práctica, me dije.

Los laboratorios continuaron, y debo mencionar que las notas de los laboratorios se ven recién a final de ciclo -es como andar a ciegas durante todo el ciclo gracias a esos profesores ociosos que toman el café en la tarde en lugar de colgar notas- siguieron pasando y conforme pasaban laboratorios y clases ese gordito bipolar que comandaba el curso me iba ganando antipatía.

Estoy casi seguro que me ganaba antipatía de a pocos porque, para mala suerte mía, siempre lo cogía en su peor estado de ánimo (bipolar). Por alguna razón que no llego a comprender siempre guardaba mis preguntas más estúpidas o mis intervenciones más incoherentes para cuando el cerdito bipolar estaba de mal humor.

Muy aparte de mi inoportuna estupidez, durante una clase el profesor escuchó una de las típicas mariconadas que se dan entre hombres jóvenes, juntó los ojos, ajusto el ceño y durante media hora se dedicó a pronunciar el discurso más encaletadamente homofóbico que he escuchado en mi vida. Desde ese día me dediqué a hacerle creer de una manera muy disimulada que yo era gay, de tal forma que se quedara con la duda.
Me regocijaba, me regocija la idea de saberlo homofóbico y de tener la certeza que dos veces a la semana se preguntó si le estaba dando clases a un gay, a un cabro y un cabro negro encima.

Tomé esa decisión porqué me indignó su discurso, porque a pesar de no ser gay, tengo amigos gays y lesbianas y cada vez que se escuchaba una mariconada, y el profesor ajustaba el ceño y el culo, yo soltaba una frase seria y seca a favor de la mariconada “profesor acéptenos como somos” una frase que a pesar de ser pronunciada por este humilde servidor heterosexual está cargada de sentimiento y lucha en contra del prejuicio, una frase que enarbola la bandera del orgullo gay en medio de mi salón de clase presidido por un dictador homofóbico. Esa frase bastaba para que el profesor dejara de ajustar el culo, me mirara fijamente y volviera a su labor de educador sin decir nada.Obviamente con eso terminé de ganarme algo más que su antipatía.

Las dos prácticas siguientes no resultaron ser tan satisfactorias como esperaba. Un 06 y un 02 (se elimina) terminaban de adornar mi registro, me encantaría decir que fue resultado de la discriminación del profesor hacia mi supuesta opción sexual o hacia mi color de piel, pero lamentablemente y para el mal de esta historia el resultado de esas dos notas tan desastrosas fue mi falta de organización (se me olvidó la fecha de la tercera práctica y pensé que no había cuarta)

Llegué a final de ciclo con 7.333 de promedio de prácticas y en laboratorios, si mal no recuerdo 15 y algo más, lo que hacía que al final me fuera por un 6 y algo más. Es decir, para el examen final necesitaba sacarme un 07.
Me dedique a estudiar prácticas y exámenes pasados, durante mucho tiempo (24 horas) y llegué al examen más nervioso que pavo en navidad. El examen vino imposible, hice 4 puntos en una fija y era probable que no sacara más de 3 puntos en el resto del examen.

Luego de tres días subieron la nota, el 7 más hermoso que he visto en mi vida brillaba imponente, casi mágico ante mí, era el único número que importaba de toda esa página, el infame cero que lo precedía no lo opacaba en lo absoluto, era un 7 tocado por dios (en caso exista) un 7 que también me recordó que no debo volver a ser el infeliz de hace algún tiempo.

Un martes por la mañana regresé al instituto y decidí pasar cándidamente a visitar al gordito-bipolar-homofóbico-dictador y restregarle, como él lo había hecho diciéndome que no iba a pasar, mi 07 en la cara.
-Profesor buenos días que tal.
-Coronado que milagro, ¿traes tu periódico? (siempre le prestaba mi periódico)
-No profesor, venía a saludarlo.
-Y que tal ¿nos vemos el próximo ciclo de nuevo no?
-No profesor, pasé. Me iba por 7 y saqué 7.
-¿Qué?! No puede ser ¿por tan poco te ibas? No puede ser que pases con tan poco, tú te tenías que ir por más, el sistema está mal.
-Si bueno, felices fiestas profe nos vemos (mientras envainaba el cuchillo)

Para mi suerte, pasé ese curso. ¿Aprendí? Si, al final, y aprendí más de una lección, ¿contento? Pues si. ¿Alguna relfexión o mensaje final?

Para ti gordito...dont hate the player, hate the game.

domingo, 29 de agosto de 2010

Cómo olvidar a una mujer


Luego de realizar un exhaustivo trabajo de campo durante los últimos tres o cuatro años he decidido publicar esta especie de guía o manual para todos aquellos que se vean en esta penosa situación.
Inicialmente creía que este proceso no demandaba más que voluntad de olvidar y la indispensable ausencia de la mujer a olvidar, sin embargo, a lo largo del estudio y al ver la realidad actual de nuestra sociedad decidí incluir algunos medios de comunicación y herramientas tecnológicas actuales, llámese celular, computadora y lo más importante las redes sociales y servicios de mensajería.

ETAPA 1 (DESGARRO)

Por diferentes razones, ya sea infidelidad, aburrimiento, desamor o simplemente no te hacen caso pues huevón, te rompen el corazón.
Debido a esa rotura, a ese desgarro cardíaco en el 90% de los casos es muy probable que se presente llanto en cantidades industriales, por esa razón se recomienda consumir agua en abundancia para evitar la deshidratación y continuar con el llanto durante toda la etapa 1(es vital).
Es común que el cuerpo reaccione con impulsos incontrolables, estos impulsos pueden presentarse camuflados como necesidades. Normalmente se presentan en la necesidad de permanecer conectado en el Messenger o de revisar el Facebook de la susodicha en intervalos de diez minutos aproximadamente (por si se conecta o hace algo con su vida, algo de lo que tú no te has enterado)
Los cambios de estados y nicks tanto en Messenger como en Facebook producen irritabilidad, y depresión.

A esto se le conoce como Síndrome del stalker.

ETAPA 2 (AUTODEFENSA)

En esta etapa el organismo pide a gritos defensas y al no estar acondicionado para producir leucocitos o endorfinas en estos casos empieza a producir odio (no se ha llegado a identificar cómo lo logra)
Muchos sujetos alegan haber sentido indiferencia en esta parte, pero con una imagen tamaño carné de la amada se logró comprobar que la indiferencia es fingida en el 100% de los casos y la foto tamaño carné guardada en la billetera u bolsillo también en el 100% de los casos.

NOTA: Se ha identificado que en muchos casos esta etapa se inmiscuye en otras etapas del proceso, no obstante, se ha colocado en el lugar en el cual la mayoría de personas la padece.

ETAPA 3 (REALIDAD)

La etapa tres normalmente es activada al ver un posible flirteo de la amada con otra persona(comúnmente via Facebook) o en el peor de los casos en vivo y a colores.

Luego del hecho el cerebro cambia todas las conexiones que ha adquirido a lo largo del tiempo que estuvo con la amada y sobre todo las conexiones que obtuvo desde que inició el proceso y concluye en el mensaje “ NO HAY POSIBILIDADES CON ELLA”

IMPORTANTE: el mensaje no es categórico, el ser humano es tan dichoso (estúpido) que lo último que pierde es la esperanza.

A continuación el odio se ve reemplazado por resignación y sensatez, lo que origina momentos de lucidez únicos en todo el proceso.
Se procede a eliminar a la amada del Facebook para no sufrir más, para superar el Síndrome del stalker. Seguidamente se le elimina del Messenger, se le elimina, pero no se le bloquea, ya que lo último que se pierde es la esperanza (por dicha o por estupidez) y ese rayito de esperanza hace que el sujeto crea que la amada un día le va hablar y le va decir que lo ama.
Según el estudio esto ocurre el 0,9% de veces.

NOTA: Eliminar sin bloquear no impide que la persona bloqueada te escriba y te vea conectado.

ETAPA 4 (VACÍO)

Considerada la peor de todas las etapas.
No se tienen noticias de la amada, no se sabe que carajos estará haciendo, no se sabe si sale con alguien, si pasó el examen de conducir, si va dejar la universidad y lo peor de todo (y lo único que importa) no se sabe si la última vez que tiró fue con el sujeto que atraviesa el proceso de olvido. Y eso no deja vivir en paz al afectado.
Se desata el Síndrome del Chavo.
Sin querer queriendo, se le pregunta a los amigos que hicieron el fin de semana buscando “sin querer queriendo” obtener noticias de la amada,y este es sólo uno de muchos ejemplos.
Luego de un tiempo unos 5 a 6 meses como mínimo, la amada ya no es indispensable, el último rayito de esperanza ha desaparecido (lo último que se pierde es la esperanza) y al no tener más que perder no hay otra que levantarse y salir del hoyo.

ETAPA 5 (ME AMO)

El orgullo que se pierde en todas las etapas anteriores se recupera y en acto de amor propio y a manera de prueba, se reincorpora a la vida social a la causante de toda la desdicha porque, se supone, que ya no debiera afectar lo que ella haga.
Se asimila que, tal vez, se sigue queriendo y mucho, pero que a lo mejor la resignación o el desamor ha llegado para quedarse.

ETAPA 6 (LA FRASE)

Para que el proceso concluya una de las siguientes frases debe ser pronunciada.
“No era para mí”
“Ya llegará otra”
“No tengo tiempo para pensar en ella”
Es común que aparezcan otras frases en esta etapa, pero siempre cuentan con la misma carga de resiganción y/o despecho.

Las frases antes mencionadas dan por concluido el proceso pero no aseguran el éxito del mismo a largo plazo. Sólo hay una frase que lo garantiza y es “Todas son iguales, sólo que algunas cobran”

APUNTES FINALES
• El autor recomienda que durante el proceso no se mezcle bebidas alcoholicas ni droga con el uso del celular.
• Las relaciones sexuales con la amada durante el proceso resetean todo a la primera etapa.
• Una amante ocasional más buena que la amada puede que acelere el proceso.
• El tiempo del proceso esta comprendido entre 5 meses a 10 años.

miércoles, 3 de marzo de 2010

un último esfuerzo


A menos de una semana de empezar las clases y a prácticamente un año de acabar la carrera, me ha abordado, como suele hacerlo, la pereza y el desánimo que me provoca pisar el instituto nuevamente, pero no es solo porque tenga que volver a estudiar, acto que demanda el mayor de los esfuerzos de mi parte cada vez que me resigno a abrir un libro o mi cuaderno, que irónicamente, es el más completo y ordenado de toda mi promoción. Además del hastío natural que me despierta el estudio, además de ser un ocioso y haragán para movilizarme por las calles de Lima y tener que salir de mi confortable cama cuando amanece, o cuando se cumple el medio día, además de todo lo antes expuesto lo peor de todo es el instituto y casi todo lo que implica recibir clases ahí.

Para empezar podría decir que ir a estudiar, es decir, ir al instituto es un trámite que de poder ahorrármelo, lo haría. Tomar seis micros al día, tres de ida y tres de vuelta es simplemente agotador. Seis micros, que por vivir en el cono sur y estudiar en una de las zonas más caóticas de Lima, simplemente no respetan ninguna ley de tránsito. Salir de lo que se podría decir, es una de las zonas más tranquilas y ordenadas (puedo estar exagerando) de San Juan de Miraflores y llegar a la carretera central donde impera el caos, la basura, la contaminación ambiental, sonora y visual, además de la falta de educación en cuanto a urbanidad se refiere es sencillamente insufrible.

Tal vez algunos piensen que estoy exagerando, los invito a que me acompañen un día a ese recorrido tan cansado e irritante para que comprueben que no exagero, sin embargo, lo peor no acaba ahí, porque en este caso lo que parece lo peor, en realidad, no lo es.
Al bajarme del tercer micro debo cruzar la carretera central, es decir, debo arriesgar mi vida. El exceso de tráfico (cuando hablo de tráfico no hablo de lindos y adorables taxis amarillos, hablo de tractores, buses interprovinciales, vehículos de más de dieciocho llantas y uno que otro portatropas) la falta de señalización, y la ya conocida imprudencia de los conductores limeños hacen que cruzar la carretera central sea tan peligroso y difícil como desembarcar la madrugada del seis de junio de 1944 en Normandía, solo que en vez de arena y balas hay asfalto y camiones dispuestos a sacarte las entrañas.
Hasta el día de hoy he logrado llegar a la otra orilla del río, puede que un día no lo logre, puede que tengan que esperar al fiscal para recogerme, pero hasta que termine la carrera o muera atropellado, tendré que seguir llevándome los sustos que ya en varias ocasiones he tenido.

Ya en la otra orilla del río sólo me queda caminar un par de cuadras sorteando mototaxis, emolienteras, uno que otro camión frigorífico y soportar las tormentas de arena que levantan los imprudentes camioneros, que al no tener bien asfaltadas las pistas, usas sus camiones como si estuvieran en una suerte de rally urbano.
Varias veces he conversado con mis profesores sobre el asfaltado de las pistas aledañas al instituto, porque si bien la calle en la que está ubicada la puerta principal del instituto está asfaltada, gracias al dinero del mismo, las calles aledañas están en estado calamitoso. La responsabilidad del asfaltado, supongo yo, tal vez ingenuamente, es del municipio, en este caso del municipio de Ate o tal vez de Santa Anita, la verdad poco me importa, porque no me cabe la menor duda que en el año que me queda de sufrimiento, no harán nada con las pistas y durante el resto de mi vida trataré, en la medida de lo posible, no volver a pisar esas calles.

Al cruzar la puerta del instituto, la calma vuelve al planeta, el sol vuelve a salir, la vegetación es verde y no ploma de nuevo, el orden y la tranquilidad vuelven a reinar, el polvo y la tierra que entraban a mis pulmones en cantidades industriales cada que inhalaba, pasan a estar en los recogedores de los diez mil “colaboradores” de limpieza, respetuosos, bien uniformados, que caminan silenciosa y tranquilamente por todo el lugar (parecen pequeños hombrecitos que se reproducen cada que recogen un poco de basura del suelo) porque están por todos lados.

Durante cuatro ciclos (mi carrera dura 3 años) he llegado al instituto únicamente para entrar y sentarme en una esquina del salón, solo, probablemente con cara de enojado, sin ánimo de conocer gente, y sólo dispuesto a escuchar clase para largarme de ese lugar tan ordenado y limpio algún día y para siempre.
No hay nada malo con mi instituto, TECSUP, si hablamos de enseñanza, es más, es mi deber decir que no podría haber elegido un mejor lugar para aprender, pero eso no lo hace placentero en lo más mínimo. El solo hecho que quede en el poto del mundo y sea toda una travesía llegar le da demasiados puntos en contra para que me guste asistir (si dejo del lado que voy únicamente a estudiar).
Para ser sincero en los dos años que llevo en el instituto he hecho dos o tres amigos (si es que se le puede llamar amigos), entre ellos una chica, a esta chica en particular le tengo gran aprecio. Estudia mi carrera (carrera que estudio por accidente o por uno de esos azares del destino), y está un año adelantada con respecto a mí. Ella, sin nada a cambio, se ha tomado la delicadeza, la molestia de ayudarme durante toda mi carrera, empujándome a estudiar, pasándome exámenes y trabajos pasados, o simplemente llamándome la atención por no estudiar o por ser lo que no me da vergüenza en admitir que soy, un vago de profesión.
Sólo una vez he salido con ella, y con el único propósito de pasarla bien como amigos (para aquellos que conocen con que intensiones suelo salir con amigas no muy amigas), he salido con ella y con mis otros dos “amigos” y estoy seguro que con alumnos de TECSUP ese tipo de relación es lo máximo a lo que puedo aspirar, no por creerme superior o inferior, si no porque siento que simplemente hay lugares en los que soy muy bien recibido, pero no por eso necesariamente voy a encajar.

Hay dos cosas que no me gustan de la gente, la primera es que cometan horrores ortográficos, con horrores me refiero a esta clase de orrorez. Comprendo que tal vez hay personas que no recibieron una educación ideal, pero eso no los exime de seguir adquiriendo cierto conocimiento, cierto bagaje cultural básico y lamentablemente en TECSUP el 90% de los alumnos comete horrores ortográficos y lo peor de todo es que al 90% de ese 90% no le interesa corregirlo o hacer algo al respecto para mejorar esa tara.
Me doy el lujo de criticar ese aspecto de la gente porque yo me tomé la molestia, el desafío si se le puede llamar así, de complementar mi mala educación –voluntaria- durante el colegio y en la actualidad me doy el lujo de exponer mis ideas y pensamientos más bizarros en un blog medianamente decente.
La segunda cosa que me disgusta, es la falta de urbanidad y aseo personal. No es de buena educación andar escupiendo en la calle como auquénido, andar mandando besos sonoros y volados a cualquier señorita que tenga la mala suerte de cruzarse con uno de estos inadaptados sociales cuya carencia de urbanidad es sólo superada por su falta de aseo personal en muchos casos. Una vez más y lamentablemente en TECSUP hay muchos de estos individuos, que expelen malos olores y/o tienen un vacío grave en su educación en cuanto a urbanidad respecta.
Por mas esfuerzos que haga de mandar indirectas prácticamente directas a aquellos que no conocen el jabón o el desodorante, al día siguiente vuelven igual de desaseados; por más que intente hacerle entender a la mayoría de hombres de mi salón que piropos obscenos y besos sonoros acompañados de mordidas de labios de todos sus compañeros de jauría no son el mejor arma para atraer a una mujer, y que en su defecto es una ofensa que yo considero grave a la señorita compañera de estudios o a la chica que transita por los alrededores del instituto; por más que yo trate de hacerles entender que lo que hacen es algo digno de repudio diciéndoles “ a ver que pasa si yo le hago eso a tu vieja”; por más que lo intento, no abandonan sus malos hábitos. Al no poder con ellos, no pienso unírmeles, simplemente procuro alejarme de ellos y si eso implica ser el atorrante de la clase pues lo asumo y me enorgullezco.

Podría decir que por ese par de razones principalmente soy el solitario del instituto. El no tener amigos me hace, creo yo, el atorrante, el “alzado”, el que lee el periódico solo durante los recesos y huecos que tienen los horarios. Si he sido todo eso y más durante dos años puedo seguirlo siendo durante el año que me queda sin mayor preocupación y con total desparpajo.
Sin embargo, también he conocido a excelentes alumnos, que sin llegar a ser amigos por a o b razones, son y seguirán siendo excelentes personas y compañeros, mucho mejores que yo en efecto, y no me considero bueno en lo absoluto. Además de ellos tengo el honor de ser instruido por excelentes profesionales, muchos de ellos los mejores en su rama, cada uno mejor persona que el otro (a excepción del profesor Ernesto que merece la pena capital por animal) y como no mencionar a mi profesora favorita, tan alta ella, tan bella, tan Jessica, tan fornicable, belleza informática que nunca me ha enseñado, pero que con gusto jalaría tres veces su curso con tal de ser su esclavo sexual. A Jessica no la conozco, pero seguramente además de ser la futura madre de mis hijos también es una excelente persona.

Mencionadas algunas de las principales causas por las cuales disfruto y me disgusto dentro del instituto me toca hablar sobre la Electrotecnia Industrial, así se llama mi carrera. Con frecuencia cuando me preguntan qué estudio digo electrónica y así me aseguro que nadie me pida explicaciónes sobre de que se trata mi carrera, ya que todos creen saber de que se trata la carrera de electrónica.
Cómo y porqué llegué a estudiar una carrera tan poco conocida, no tengo idea, tal vez sea porque confundí el código de la carrera que era mi primera opción, o tal vez sea porque esperé a marcar hasta el final todas las repuestas del examen y no me alcanzó el tiempo para terminar de llenar la cartilla de respuestas o a lo mejor por bruto.
Esperé hasta el final del examen para marcar porque,en un arranque de rebeldía, pensé durante el examen en no marcar nada para de esa manera esperar un ciclo más y poder ingresar en el turno de la mañana y no en el turno de la tarde para el que estaban destinados los ingresantes de ese examen. Tal vez pagué cara mi rebeldía porque ingresé y a una carrera que no era la que yo quería.
Durante dos años he peleado con la carrera, no la odio, pero tampoco la amo y a pesar de mis esfuerzos ha conseguido domarme sin que yo, ya a estas alturas, pueda revelarme.
Me falta alrededor de un año para terminarla y únicamente guiado por el esfuerzo incesante de mi madre, la presión involuntaria de mi familia y mi necesidad de ganar dinero a la brevedad, he conseguido convencerme a mi mismo, engañarme tal vez, de que es lo mejor para mi y para los que les importo.

Dicen que la felicidad es hacer lo que te gusta independientemente del dinero que tengas o que ganes, eso seguramente lo dijo un misio feliz.
En mi esfuerzo por convencerme a mí mismo me he proyectado a ganar dinero con esta carrera que hasta el momento me hace infeliz, por todo lo que debo soportar gracias a ella y por las pocas satisfacciones que me da hasta el momento, una carrera que con facilidad se podría describir como “mil y un maneras de morir no sólo electrocutado, también carbonizado” ya que se basa en trabajos con alta tensión y aparatos eléctricos industriales.

La salida del instituto es otra actividad que definitivamente no extrañaré al término de mis estudios. Salir 9:30 p.m. de “el fin del mundo” llámese Santa Anita o Ate (poco me importa cual sea) es sumamente cansado y una vez más peligroso.
TECSUP cuenta con el servicio de cuatro buses que tiene como destino o el Jockey Plaza o el puente Santa Anita, ambos destinos igual de peligrosos a esa hora de la noche. Los buses parten a las 9:40 p.m. si llegas tarde simplemente te toca caminar hasta la carretera central y esquivar a ladrones y hombres de malos hábitos.
Es común escuchar en la última clase de la noche “aquellos que no se van en el bus hagan el favor de acompañar a sus compañeras hasta el paradero por motivos de seguridad” cabe resaltar que si sales antes de que los buses partan tienes dos opciones, o te arriesgas a ser víctima de hurto o a quedar varado en el instituto hasta las 9:30 p.m.
TECSUP me hace el favor de llevarme si es que salgo 9:30 p.m. o si tengo la suerte de salir 6:40 p.m. para irme con el bus del personal administrativo. Me hace el favor de, en mi caso, dejarme en el puente Santa Anita en donde el personal policial brilla por su ausencia, los robos son por decirlo de alguna manera, el pan de cada día y la responsabilidad de TECSUP ahí no tiene efecto, pero debo resaltar la gentileza de “jalarme” de mi tan considerado instituto que tranquilamente me podría dejar abandonado a mi suerte a esa horas de la noche.
Agarrar desde el puente Santa Anita una apretada combi, para bajarme en una de las zonas mas peligrosas de mi populoso distrito para luego dirigirme a mi “tranquila” zona es una vez más un trámite que de poder ahórramelo, lo haría.

Me he tomado la molestia de hacer algunos cálculos para este nuevo ciclo que me toca sufrir. Durante cada semana asistiré cinco días a TECSUP en total estaré 33 horas a la semana, 10 horas a la semana haciendo trabajos (en el mejor de los casos), 40 horas durmiendo, 10 horas en los micros y 10 horas en el gimnasio, con lo que queda tan sólo 17 horas, 3.4 horas al día para vivir, para darme el respiro que necesito hasta que empiece a disfrutar a lo que me voy a dedicar por mucho tiempo, si es que algún día llego a hacerlo.

En un intento desesperado, en lo que yo llamaría casi un manotazo de ahogado, mi madre me ha ofrecido un carro (el vocho alemán que tanto anhelo) para cuando termine la carrera. Un inteligente movimiento ya que si yo fuera mi propio padre o madre, me hubiera ofrecido un Ferrari a mí mismo con tal que acabe algo, cualquier cosa, con tal que acabe.
Muy aparte del incentivo, el esfuerzo de mi madre merece ser recompensado de mi parte, merece ver que al fin soy algo.
Huelga decir que mis notas, por lo menos las teóricas, son mediocres (reflejan mi amor por la carrera) y que en la práctica –modestia aparte- soy el mejor (reflejan mi habilidad para las manualidades), que mi cuarto es el desorden hecho habitación, que incluso mi vida es un desastre, pero mi cuaderno es pulcro al extremo y permanece incólume ante el desastre que año tras año ratifico que soy a mi familia y amigos. Digo esto debido a que por ahí alguien me dijo que mi cuaderno refleja el esfuerzo que hago por mantenerme bien encaminado, espero que sea cierto, necesito que sea cierto.

lunes, 1 de febrero de 2010

Des-Gracias

Primer día de febrero, por una de esas casualidades primer día de la semana también.
Lunes 1 de Febrero de 2010, siendo exactamente las 1500 horas he terminado de almorzar tallarines verdes, obviamente calentados en microondas porque yo de cocina no sé un carajo.

He terminado de almorzar sólo acompañado por el ser más fiel que he conocido, mi perra (aunque suene paradójico). No hay nadie en mi casa y abrumado por esta cómoda, pero no por eso propicia soledad, me he decidido a escribir algo para los cuatro gatos que se pasean por aquí cada que el aburrimiento los subyuga. Cabe resaltar que tal vez escriba más para mí que para ellos.

Hace unos días leí un artículo en algún lugar (no suelo recordar de donde leo lo que leo) en el cual el autor se burlaba de algunas situaciones fortuitas y desagradables que le pasaban a su grupo de amigos más cercanos. Él parecía tener toda la suerte que sus compañeros de historia no tenían y se aprovechaba de eso para referirse a ellos de manera sarcástica, burlona y hasta peyorativa.

Al terminar de leer el post caí en cuenta que a mi me habían sucedido algunas de las desgracias que ahí se contaban y convencido que una vez más puedo arrancar las sonrisas de cuatro gatos, he agrandado lo más que puedo mis huevos y he tomado la bizarra decisión de contar algunas de mis desgracias que con suerte causarán gracia.

De mi niñez tengo gratos recuerdos mi bicicleta, el carro blanco de mi papá, mis abuelos…y la vez que me oriné en el nido.

Era un día soleado no recuerdo exactamente que estaba haciendo, seguramente comiendo crayolas o jugando con la goma entre mis manos hasta que se formaran bolitas grises y pegajosas que con suerte acabarían en el estómago de mi compañerito de carpeta. En algún momento, en algún lugar del salón, insulté a alguien no recuerdo porqué, no recuerdo cómo, pero si recuerdo a la profesora (que a mi corta edad provocaba en mi cuerpo sensaciones que muchas en la actualidad no han conseguido) que me decía ¡Christopher, a la esquina parado hasta el recreo!... ¡Y SIN HABLAR!
Triste, preocupado y seguramente satisfecho me fui a cumplir mi castigo. No debe haber pasado mucho tiempo cuando un hincón sacudió mi pequeño cuerpecito, la poca tranquilidad y paciencia que tuve hasta ese momento fue reemplazada por una necesidad inmediata y natural de eliminar fluidos corporales, pero… estaba parado en una esquina, el baño estaba a una cuadra probablemente, y lo peor de todo era que cada que el hincón se agudizaba las últimas palabras de la profesora resonaban más fuertes en mi cabeza.
Sudando frío, sin poder hablar, con demasiados desordenes en mi cabeza, y dispuesto a cumplir el castigo a cabalidad, me dejé llevar… una sensación de alivio recorrió mi cuerpo acompañada de un calidez infinita que bajaba por mis piernas y humedecía el pantalón.
La profesora al ver la escena o probablemente mi pantalón y la alfombra húmedos, levantó su inmenso trasero de la silla junto a su escritorio y me atrevería a pensar que también levantó el castigo porque lo siguiente que recuerdo es verla sorprendida y preguntándome porqué no le avisé…en ese momento, a mi corta edad, tal vez no tuve las palabras para responderle de manera conveniente , explicarle el porqué o tal vez en un acto de sinceridad para con ella, mandarla a la concha de su madre, sin embargo, casi veinte años después estoy listo para responderle…y es que en ese momento preferí cumplir mi castigo de pie y orinado que rogar por ir al baño de rodillas, profesora hija de puta.

Era otro día soleado, y es aquí en donde empiezo a sospechar que el sol es el principal testigo de mis desgracias de niño, un día en que mi madre me regaló un par de centavos para ir a comprar pilas para mis juguetes en el mercadito más cercano.
Con casi 10 años de edad y dispuesto a jugar con mi carrito a control remoto todo el endemoniado día, cogí mi bicicleta BMX negra con llantas rojas, le amarre un par de globos de carnavales al chasis al lado de los rayos de la llanta para que sonara como moto, y fui en búsqueda de un par de pilas “doble A” para mi carrito.
Llegué al mercado compré mis pilas y decidí dar una vuelta para que todos escuchen mi bicimoto. Al doblar en una esquina sentí que mi bicimoto no tenía tanta potencia y era porque uno de los globos se me había reventado. Me bajé y fue en ese momento cuando todo se fue a la mierda.
Me abordó un anciano flaco, alto, desgarbado, no consigo recordar exactamente que me dijo, así como tampoco consigo recordar como lo terminé acompañando a un parque en donde me dijo… - Mira yo tengo una ex-esposa y también tengo un hijo, viven en esa casa (mientras me señalaba una en una esquina) y tengo que entregarles un dinero, pero no puedo porque su esposo me pega si me acerco, tú crees que me puedas hacer el favor de entregarles este dinero…(me enseñó un fajo de billetes minuciosamente doblado) y le dije
- Esta bien señor, voy a mi casa (que queda a 5 cuadras)dejo mi bicicleta regreso y le hago el favor (tengo a dios de testigo, en caso exista, que iba a regresar a ayudarlo)
- No hijito te vas a demorar mucho, mejor yo te espero aquí a la vueltita y le das el dinero, yo te cuido tu bicicleta. Pero por favor no te vayas a robar el dinero que es todo lo que tengo.

En ese momento pensé que no se iba a llevar mi bicicleta si es que yo tenía tanto dinero en la mano, así que fui toqué la puerta y pregunte por quien me debe haber dicho el viejo ese que pregunte.
- Aquí no vive fue la respuesta del chibolo que me abrió…

Regresé corriendo, convencido que el señor se había equivocado de casa o algo así, pero cuando regresé no había señor, y no sólo no había señor, no había bicicleta tampoco.
Corrí por las calles aledañas pero nunca más volví a ver a ese vejete mal nacido roba bicicletas aprovechador de niños buenos y cojudos, obviamente tampoco volví a ver mi bicicleta.
Regresé llorando a mi casa aferrado al fajo de billetes, cual naufrago se aferra a la orilla, y ente sollozos le conté a mi abuela que un señor se llevó mi bicicleta, pero me dejo mucho dinero. Mi abuela entre regañadientes me arrebató el fajo, lo abrió, y grande fue mi desilusión cuando vi que solo era un periódico perfectamente doblado para que se asemejara a muchos billetes juntos, grande fue mi desilusión cuando descubrí que hay gente mala.
Debo hacer un paréntesis y pedir disculpas a mi familia, a la que en ese momento les conté la historia de los pandilleros que se llevaron mi bicicleta y tiraron un bultito que parecía plata para que me distrajera, pero es que de verdad, en ese momento me sentí tan animal que cualquier historia era mejor que pasar la vergüenza que hoy siento sólo cuando me descubren viendo porno.
Nunca más volví a tener una bicicleta, y en cuanto al viejo mal nacido y ratero, el diablo (si es que existe dios) se encargará de hacerlo arder en al azufre del infierno por toda la eternidad. En caso no exista dios por lo tanto tampoco el diablo, tengo la certeza que ese espantapájaros de cabello gris y arrugado por sus malos hábitos se morirá antes que yo, si es que ya no está pudriéndose dos metros bajo tierra, viejo mal nacido.

Nuevamente un día de febrero y con el sol de testigo, salí a montar bicicleta con unos amigos de la cuadra, bicicleta que me tuve que prestar gracias a la gentil labor del viejo mal nacido, yo estrenaba nueva gorra seguramente un regalo de algún tío o familiar cercano.

Estábamos a la altura del Parque de la Amistad dispuestos a llenar de globos y talco a una infeliz que osó pasar por nuestro territorio cuando sin previo aviso uno de mis compañeros de jauría me dijo:

-Oye a ver enséñame tu gorra

Dudé en prestársela un momento porque los gorros no se prestan así no más, y mucho menos a esa edad, hasta que me dijo

- ¿No tienes piojos no?

Asumí que con esa pregunta la posibilidad de que mi compañero tuviera piojos era nula y se la presté.

Al día siguiente gracias a mi acertada decisión tenia clavado un peine azul en la cabeza con el nombre NOPUCID grabado grande con letras doradas en el medio.
Gracias a mi acertada decisión también, tuve que soportar un shampoo que hacia efecto recién en 10 minutos, un escozor de horas en la cabeza, una minuciosa peinada con un peine que me desenredaba y jalaba hasta las neuronas y un corte a cero de cabello. Maldito piojoso.

Durante el viaje de promoción en cuarto de secundaria fueron muchas las anécdotas que mis compañeros de año contarán, el día que las mujeres se pusieron el chaleco por la parte blanca en un símbolo de enojo y molestia con los hombres, el cuarto en el que se podía ver porno coincidentemente ocupado por los mas reconocidos pajeros de la promoción 2004, el supuesto incidente gay en la habitación de uno de los más varoniles de la promoción y por supuesto mi foto.

Estábamos en el restaurante ubicado arriba de Machu Picchu, se estaba terminando el buffet y a mi me dieron ganas de ir al baño porque ya no podía con el estómago, no suelo entrar a baños que no sean en casas, pero el viaje de 4 horas de regreso al hotel me hizo reconsiderar mi opción de esperar hasta llegar al hotel.

Encerrado en el baño sentí que los mas “vivos” de la promoción entraban al baño y empezaban a tomar la típica foto pendeja en el baño, para mi mala suerte, yo era el único atrapado por su estómago en ese baño, miserable baño, miserable cámara que se atrevió a asomarse por encima de la puerta y capturar no sólo un acto que es necesario para todos y desagradable de sólo comentarse, si no que además capturo parte de mi anatomía que sólo algunas desventuradas atrapadas por mi verbo, no florido pero honesto, debían ver.
Esa foto me costó ser el “punto” en muchas reuniones y/o conversaciones de promoción.
De 125 personas cual era la probabilidad que yo fuera el único infeliz que estuviera encerrado en el baño en ese momento, de 125 personas cual era la probabilidad de que sólo me vieran el miembro a míi.
Muchos se burlaron de mí, muchos me dieron muestras de apoyo (aunque nunca las necesité)
Así que como este es mi blog y escribo y hago lo que me da la gana y de seguro que no miento, por lo menos en este post, pongo a dios una vez más de testigo (en caso exista), y reto a alguno de esos pocos que decían que la tenían más grande que yo a que se tomen una foto conmigo con la condición que la foto la tome Andrea Luna y ella sea la jurado y comparen a ver si se atreven. Habladores hipócritas.

Días antes de año nuevo se venció mi membresía en el gimnasio y uno de esos chicos de ventas, de los que te renuevan la membresía se me acercó a ofrecerme no solo una nueva promoción, además me ofreció proteínas, pastillas y toda clase de polvos para subir de peso porque ahora él andaba metido en esos negocios de los polvitos mágicos.

Al ver su entusiasmo y esa sonrisa única que tiene los vendedores le dije “puede ser”, los días siguientes me tuvo podrido con esas miradas pendientes que me lanzaba al punto que tuve que acercarme a rechazar su oferta.
Me hubiese encantado decirle – Sabes que, tus ofertas me interesan un carajo y no quiero ni renovar mi membresía ni comprarte ni mierda- pero no pude y sólo atiné a mentirle, le dije que me iba a Máncora hasta después de año nuevo y que no iba a tener dinero.

Del 24 al 31 de diciembre me reventó el celular dos veces al día e incluso llamó a mi casa para renovar la membresía del gimnasio, yo sólo respondía con frases esquivas…”vuelvo en enero”, “depende de mi viejita”, “cuando regrese de viaje vemos”, “si, si regreso el 5 de enero”

Eran las 8:30 a.m. del primero de enero luego de una larga fiesta me alisté a dar una vuelta más a todo el local en busca de alguna borracha, cuando de pronto alcé la mirada y vi a ese muchacho del gimnasio, con los ojos rojos, y la camisa afuera, simulando que no me había visto, en ese momento pensé en seguir de largo y no mirarlo, pero si algo he aprendido a lo largo de estos 22 años es no deberle la mirada a nadie, así que me acerqué queriendo que la tierra me trague, pero con la frente bien en alto y lo saludé.
Me miró extrañado, y me dijo -¿Por qué me mientes?-, no le respondí, no me interesó, así como no me había interesado mentirle, le desee feliz año y me fui con la certeza de haber actuado como hombre y también de haber quedado como un mentiroso.
No debí haberle mentido, es verdad, pero tampoco debió acosarme con su sonrisa de vendedor inoportuno. Reconozco que hice mal, pero no me arrepiento, y es que de verdad si lo pienso ¿Cuál ERA LA PROBABILIDAD DE ENTRE 29 MILLONES DE PERUANOS, encontrármelo a él en una fiesta 100 kilómetros al sur?
¿Mala suerte? Yo lo llamo karma

Después de no aceptar las ofertas del vendedor, me cambié de gimnasio, uno ubicado en el óvalo de higuereta, me gustaría decir que por culpa de ese episodio tan desagradable, pero lamentablemente no fue así (aunque hubiese quedado muy bien como final para este post).

Una noche luego de salir del gimnasio a las 8 p.m. aproximadamente esperaba mi micro. Justo en el ovalo higuereta cuando vi aparecer una camioneta 4x4 idéntica a la camioneta del ahora enamorado de la chica que me movía el piso ya hace algún tiempo.
Al forzar mi vista pude visualizar el rostro del que un día fue el amor de mi vida, sentada en el asiento del copiloto, entonces repentinamente la camioneta se estacionó en una farmacia no muy lejos de donde yo estaba.
Me acerqué cautelosamente cuidando que no me viera ni ella ni él, de pronto se abrió una de las puertas y bajó él apurado, pidió algo en el mostrador de la farmacia, le sacaron una cajita morada, pagó con monedas, se subió a su nave y partió con la que alguna vez pudo ser mi novia.
Puede haber comprado un desenfriolito, pudo haber comprado un jarabe para la tos, o incluso pudo haber comprado acetona para las uñas, porque en una cajita morada que no cuesta más de 10 soles pueden haber muchas cosas, pero yo no creo eso.
En efecto esa cajita se parece mucho a la cajita de los DUREX ultra sensitive, puede que esa cajita contenga cualquier otra cosa, tal vez un Listerine en una nueva presentación que se yo, pero me gusta pensar que la chica bella, hermosa, preciosa, que no apestaba y no se tiraba pedos ni a solas, ese día retozó como loca junto a su enamorado, que por pura casualidad tiene una de esas 4x4 con la que levantas con facilidad más que sospechas.
Yo no tuve porque ver ese episodio, con mucho tiempo sin verla y ella ya en una relación formal, sospechaba que ya no era la chica inmaculada que yo quería manchar, pero no tenía porque confirmarlo y mucho menos de esa forma.
A este evento yo le llamo, “el picón”

Esto ha sido solo una muestra de algunas cosas que, para bien o para mal, me han sucedido a lo largo de mi vida, hay muchas otras, como la vez que aprendí a meterme al mar porque una amiga se metía y yo me tuve que meter para no quedar como mariconsito, la vez que le puse mucho peso a una máquina del gimnasio por un lado y se volteó toda la máquina y fui el hazmerreír del gimnasio, o la vez que una chica me dijo “me gusta estar contigo, pero no quiero tener enamorado porque aún no olvido a mi ex” y yo le creí tontamente cuando sabia que hace un tiempo atrás ella había querido estar con otro chico, o como olvidar la vez que fui con medias del colegio a una reunión de primaria y fui “el lorna” por llevar medias de colegio a una reunión social de niños.

Como dije al principio y leí por ahí, tal vez escriba más para mí que para ustedes, tal vez escriba para reír y no para llorar.