lunes, 7 de marzo de 2011

Capítulo 5: A mi manera

Capítulo 4: Pero si es una nena

Llamé a Nana y entre otras cosas le pregunté ocho veces si tenía algo que decirme, lamentablemente no me dijo nada. Me hizo hablar con su mamá que desde ya hace algún tiempo había empezado a aceptar mi relación con Nana (por todas las cosas que le decía a Nana que haga y deje de hacer) y tuve que contenerme el decirle que su hija era una mujer ingrata.
Terminé de fingir ante su mama, y me encerré en mi cuarto a redactar la “carta mala”. Dicha carta contenía una serie de oraciones cargadas de despecho, resentimiento y una incontenible sed de venganza, por supuesto le adjuntaba las pruebas de su nueva, pero acostumbrada traición.

Al día siguiente recogí a Nana de su trabajo. Mientras caminábamos por la avenida Aviación le reiteré mis disculpas por el mal hombre que fui y le volví a preguntar si es que me ocultaba algo. La respuesta no cambió.Fue en ese momento de desesperación cuando le dije.

-Nana ¿tú eres bipolar o eres una gran pendeja?

Ligeramente sorprendida, ofendida y cínica me dijo.

-No, no soy una gran pendeja.

Asumí entonces que bipolar era su respuesta, porque sinceramente hasta el día de hoy no consigo entender porque conmigo era una persona completamente distinta a la que es con el resto del universo. Le di la primera carta que escribí y mientras la leía hacia ademanes de no comprender lo que leía, menospreciaba mi carta, su lectura era soberbia y hasta me sentí ofendido.

Terminó de leer la carta con lagrimas en los ojos, probablemente por las últimas líneas en las que le ofrecía mi ayuda a pesar de todo. Acto seguido le entregue la carta mala, le dije que me había vuelto a mentir (mientras contenía las lagrimas) y que era la despedida. Me siguió con lagrimas en los ojos y me increpó (en la calle y de manera descomedida) que estaba harta de que todo se hiciera a mi manera, que mi carta mala no tenia sustento.

-Revisa las ultimas paginas le dije.

Rápidamente pasó a las últimas páginas y vio una imagen que capturé de Facebook de una conversación de ella con el mejor y más arrecho amigo de Sante. Una imagen que por sí sola no probaba nada, es cierto.
Más molesta me dijo que eso no significaba nada y creó una historia parecida a la de los extraterrestres.

No podía creerlo, sencillamente su actitud era inconcebible, inédita para mis veintitrés años de vida. Las lágrimas que acababan de caer se suspendieron en el aire y regresaron a mis ojos.

-Revisa el resto de páginas Nana, le dije con un nudo en la garganta.

Nana se quedó petrificada dos segundos, cómo iba yo a tener acceso a sus conversaciones de Messenger si ella se había ocupado de borrar todas las huellas inteligentemente. Sencillo, soy mas inteligente que ella y también se jugar sucio, incluso mejor y más sucio que ella cuando me lo propongo (I like dirty).

Seguido de esos dos segundos de piedra Nana volvió en sí y enfurecida, casi ultrajada también, me dijo “¡Has estado leyendo mis conversaciones!” y se fue indignada.Nana murió en su ley, reprochable pero en cierto modo admirable también.

Debo reconocer que me merezco todas y cada una de sus traiciones, porque durante mucho tiempo fui un mal hombre, un cobarde que se merece todo lo que ha pasado, pero eso no la justifica en lo absoluto.

Aún puedo destruir la relación de Nana y su farsante o simplemente hacerle saber a Nana porqué digo que “Sante el farsante” es un farsante o tal vez, y a lo mejor, hacerle saber a Sante que Nana no es lo que yo llamaría una virtuosa de la verdad.

Mi orgullo esta terriblemente dañado, sin embargo, no diré nada. Mi sed de venganza me convence que al final de esta historia cada uno de los involucrados tiene lo que se merece, principalmente yo.
Nana esta con un farsante que la hace tremendamente feliz (por eso me sigue llamando de número privado), Sante nunca sabrá toda la verdad (por lo menos de mi boca no lo hará), Nena recibirá su merecido el día que lea este blog o que la atropelle un carro, y el hombre más cojudo del universo, por cojudo, también tiene su merecido…seguir con Nena.

No odio a Nana, para nada, la sigo queriendo con desmesura, pero tampoco pienso volverla a ver…como posible pareja. Tengo la certeza que un día nos vamos a cruzar y ella va a ser una mujer exitosa, porque si la dedicación y ahínco de sus mentiras y traiciones, las aplica a sus estudios lo va lograr (ha sido un error de dirección de recursos y esfuerzos, solo eso).

También sigo pensando que es una buena persona, una buena persona que lamentablemente ha tomado las decisiones equivocadas, aunque no le queda mucho tiempo ni oportunidades para corregirse y mejorar en todos los aspectos de su vida.

Por mi parte le devuelvo su promesa de adorarme, que no sienta pena por dejarme que trate en la medida de lo posible de seguir mis consejos.
Nana se ha portado mal, ya no está enamorada de mi (obvio), tal vez porque la farsa de Sante es muy buena o, tal vez, porque su mamá empezó a aceptar lo nuestro y la complicidad y la emoción ya no es la misma. Ya no sé a donde mandarla, por eso, esta vez me voy yo…así es más seguro.

Capítulo 4: Pero si es una nena



Nana regresó a la capital con una mochila cargada de culpas, deseos de obrar bien y deudas por saldar, probablemente esa mochila fue la responsable de ese mensaje. Quizás quiso tener una suerte de reconciliación para tratar de subsanar el daño ocasionado o, tal vez, para tratar de limpiar la imagen de ligera con la que me había quedado.

Por otro lado, para esas fechas yo tenía la potestad de destruir la relación de Sante y Nana con tan solo un clic. Toda la información de mi relación de cinco meses con Nana estaba cuidadosamente guardada en un archivo de Word, lista para ser enviada al correo de Sante y gracias a un riguroso y exhaustivo trabajo de inteligencia, mis asesores (amigos y allegadas) y yo, obtuvimos pruebas suficientes como para que Nana descubriera que en realidad Sante no mentía con tanto desparpajo como ella, si no que Sante, astuto y traicionero como un zorro, ocultaba cosas y maquillaba verdades. Lamentablemente para Sante, su grupo de amigos es una manada de arrechos sin fronteras, una piara que ante la foto de una chica bonita o para tratar de acercarse a una mujer con la cual no podrían estar ni en cien años (mis colaboradoras) son capaces de hacer el papel de sufridos al punto de contar sus problemas y los de sus amigos.
Sante en efecto resultó ser un farsante, pude y puedo destruir la farsa que él ha montado, y de igual manera puedo acabar con la reputación de Nana frente a Sante si se me antoja.

Ya en Lima Nana, probablemente, volvió a tener contacto con Sante y fue muy fácil descubrirlo.
El día que me enteré que habían vuelto a tener contacto llamé a Nana y la mandé a pasear otra vez (únicamente con el propósito de joder), para mi buena suerte Nana al momento de contestarme el teléfono estaba acompañada de Nena y al parecer Nena escuchó toda la discusión. Ese mismo día en la noche me llegó un correo de Nena.

Básicamente Nena en el correo se encargaba de dejar en claro que soy un mal hombre, por eso, no me merecía ni a Nana ni a nadie; un acosador, por eso, iba a iniciar acciones legales en mi contra; un maricón…sobre todo un maricón (por alguna razón existen personas que emplean “maricón” equívocamente para referirse a alguien cobarde) por hablar mal de ella, corrección, por hablar injurias de ella y, por eso, merecía que me sacaran la mierda.(literal)

Me tomé la delicadeza de responderle el correo aclarando lo necesario.
“Querida Nena:
No soy acosador, ¿Por qué no le consultas a tu hermana cual es la verdad? Eres libre de tomar las acciones legales que te plazcan.

Tampoco soy maricón, porque hasta donde yo sé no he dicho nada de ti que no se ajuste a la verdad, además con quién voy hablar de ti… si solo tenemos a Nana en común. Y en efecto con la única persona con la que me he explayado acerca de ti ha sido con Nana.”


No le dije que Nana me había contado todas sus aventuras pecaminosas (no me interesaba) y tampoco me preocupé en desmentir la parte de mal hombre, porque probablemente lo soy, y en la parte donde me iban a sacar la mierda…bueno Nena y su jauría saben donde vivo (hasta le fecha ninguna notificación legal ni ningún matón se ha asomado a mi morada).

Le conté todo lo sucedido a Nana, sin embargo, nunca se preocupó (y no lo hará porque no le conviene) en desmentir las acusaciones de Nena en mi contra.

Ante la insistencia de Nana de vernos para aclarar las cosas una vez más cedí, pero fue más curiosidad y hedonismo que otra cosa. Me explicó que el farsante y yo le importábamos demasiado, pero que quería intentarlo conmigo nuevamente, que sabía que había obrado mal a pesar de todo lo que hice por ella y que esta vez iba a reconquistarme a mí y a mi confianza.
Antes de retirarme le dije “yo no puedo estar con alguien que piensa en dos personas, además prefiero que estés con él y me extrañes a mí, a que estés conmigo y lo extrañes a él” (sólido)

Al día siguiente, una vez más, debido a la insistencia de Nana y guiado por mi hedonismo, fui a verla y para no darle más vueltas, terminamos enredados en uno de esos ósculos anteriormente explicados.
Me prometió y juró nuevamente que iba a esforzarse por hacer bien las cosas, que no era capaz de cometer el mismo error dos veces (yo diría más). Nunca volvimos a ser enamorados, pero empezamos a salir como dos amigos que se besuquean de cuando en cuando.

Un domingo por la tarde la fui a recoger a su trabajo y cogí su celular. Nana, como ya era costumbre, se transformó. El nerviosismo era evidente, estremecía cada musculo de su cuerpo mientras ella intentaba ocultarlo con una sonrisa que de no haber sido por Paul Ekman (tómense la molestia de averiguar quién es, lo vale) no hubiera sabido que escondía o intentaba disimular el miedo que sentía en ese momento.

Molesto le devolví el celular, no me interesaba leer lo que había…lo sabía. Nana me hizo una escena en la calle. Que no confiaba en ella, que estaba cansada. No sé de donde adquirió esa costumbre de hacer escándalo, pero de donde yo vengo los trapitos se lavan en casa y los escándalos se hacen dentro de cuatro paredes.

Al regresar a mi casa fui abordado por la prudencia y la sensatez. Le escribí una carta de cinco páginas en la cual le explicaba las razones por las cuales no podía volver con ella y el esfuerzo mayúsculo (alejarse de Sante por completo) que debía hacer si es que quería un cachito de mi corazón. En la ultima página de la carta le repetía lo que le dije desde que me engañó por…segunda o tercera vez (perdí la cuenta).

“Si quieres regresar con él yo te voy a seguir apoyando, porque antes que tu enamorado soy tu amigo y cómplice, no te pido nada más que la verdad.

Lo único que quiero es ver que sales adelante y que no vas a tener empleos y amistades mediocres por el resto de tu vida, tú puedes salir adelante sola, yo sé que puedes.”


En este caso, inmediatamente después de la calma empieza la tormenta. Entré a su correo (obtuve su clave unos días antes no daré detalles).
Para mi mala suerte Nana se había vuelto todo un perito en el tema de las infidelidades, había borrado toda evidencia de comunicación con Sante el farsante. Pero no contaba con mi astucia, conseguí acceso a sus conversaciones de Messenger en tiempo real, y fue ahí donde descubrí que una vez más me engañaba con el farsante de poca monta, corrección a él lo engañaba conmigo.

sábado, 5 de marzo de 2011

Capítulo 3: Mi niña veneno


Nana me mandó mensajes durante varios días, totalmente arrepentida. Cualquier excusa era buena para pasar por la puerta de mi instituto e intentar verme. Yo, ligeramente dolido, pero consiente que el final de aquella aventura casi suicida había llegado, cedí ante sus peticiones y acordamos vernos un día para conversar.
Nos encontramos en su universidad y nos sentamos en una banca. Su justificación era que Sante estaba enfermo y no podía dejarlo de buenas a primeras y que de ser necesario tenía que jugar a ser la enamoradita abnegada que lo apoyaba contra vientos y mareas, que él era un hombre desafortunado que había crecido solo con el apoyo de su madre.

Me conmovió la vida de Sante y pensé que tranquilamente podría hacerse una novela mexicana inspirada en su vida. Nana me prometió que se iba a apartar de él ni bien pudiera. No le creí ni una sola palabra, por eso, fue que le dije …”Nana lo nuestro iba a terminar algún día, pero no tenia porque terminar así”.
Me abrazó y lloró como nunca nadie antes me había llorado, se convirtió en una niña inconsolable y mientras más la abrazaba (como quien calma a un niño que está arrepentido de su malacrianza), más me lloraba…la perdoné, pero le dije que todo había acabado, la deje en su clase y me marché con dirección a mi casa.

A los pocos minutos me llamó y me dijo para vernos en ese instante, no sé porque acepté, no sé porque cedí, sólo sé que la quería para mi, que no me podía alejar de ella y a los pocos minutos terminamos enlazados en un beso francés de esos que te erizan la piel, uno de esos ósculos que solo se dan en las reconciliaciones y que a mi organismo le hacen olvidar cualquier cosa (soy fácil) incluso la traición.
Al poco tiempo formalizamos nuestra relación, ya éramos una pareja de enamorados felices, y luego de una serie de dimes y diretes Nana me se separó de Sante por completo (eso me dijo).

La vida me había dado la oportunidad de redimir todos mis pecados, de demostrarme a mí mismo que era capaz de mantener una relación buena, bonita, honesta, y lo más importante, tenía la oportunidad de reparar todo el daño realizado y de darle a Nana lo que se mereció desde el principio.
No hubo petición a la que no cediera, no hubo capricho que no cumpliera, me encargue de adornar a Nana con velas y dulces, con paseos y engreimientos. Estaba embelesado, nunca había tenido una relación tan real, tan mía, sin embargo, todo cambio a los pocos meses.

Nana se volvió insufrible de un momento a otro, el empuje que yo le daba para que asistiera a clases le empezó a irritar, sus problemas familiares la volvían intratable, los consejos que le daba, la ayuda que le ofrecía parecía no tener eco en su cabeza y cada vez que teníamos una pelea (la mayoría de veces por su culpa) simplemente me terminaba argumentando que yo me merecía a alguien mejor.
Yo adjudicaba a esa conducta rebelde y a esa visión obtusa de las cosas todos los problemas que tenía que afrontar con su familia, además Nena y su familia no nos podían ver juntos ni en pelea de perros.

Junto con todos estos síntomas de una relación que empezaba a tornarse enfermiza, se inició el problema del celular. Que yo cogiera el celular de Nana era el equivalente a echarle agua a un gremlin.
La transformación empezaba cuando su nerviosismo se hacía evidente, un ligero enojo aparecía inmediatamente después para luego pasar a un torpe y aparentemente despreocupado forcejeo con el celular, y para culminar, una frase que me sentenciaba como el peor enamorado del universo. “No te lo doy porque lo que tú buscas es encontrar algo, te lo daré el día que confíes en mi”

Pasaron los meses y el celular, mi desconfianza, y su incomprensible hostilidad eran los ingredientes necesarios para armar la jarana. Importaba un carajo que le hablara tranquila y pausadamente, que le ilustrara con ejemplos y en pizarra que yo aspiraba tener una relación madura, y que no desconfiaba de ella (en este último mentía), pero nada era suficiente, terca como sólo ella podía ser se cerraba y yo terminaba cediendo, cediendo con la certeza de que un día podría coger ese celular y satisfacer mi curiosidad o mi falta de confianza.

Por momentos creí que toda mi desconfianza eran fantasmas que me perseguían por su traición previa, que su mal humor iba a desaparecer cuando sus problemas se arreglaran, pero había momentos en los que la desconfianza me carcomía los sesos y le imploraba la verdad. “Nana si hay otra persona dime y yo voy a entender”, “Nana dime la verdad sea cual sea”…nunca dijo nada, siempre negó todo.

A pesar de todo mi esfuerzo y dedicación para tratar de mejorarle la vida, Nana se las arreglo para joder un ciclo más de la universidad y por el cual tuvo el ejemplar castigo de irse de vacaciones a su pueblo natal. Una vez más me llamó llorando (como solía suceder cada que tenía un problema) y yo que no sirvo (pero intento) resolver problemas traté de consolarla haciéndole entender que tal vez era lo mejor para que aclarara su cabeza y revisara sus prioridades.

Un día antes que partiera almorzamos juntos y me pidió mi clave de Messenger. Yo no tenía nada que ocultar así que se la di para que estuviera más tranquila, pero con la condición de obtener la suya a cambio… Nana aceptó.
Por la noche llegué a mi casa y traté de ingresar a su correo, la clave que me había dado no era la correcta, me había agarrado de cojudo al fiel estilo de Nena.
Nana se fue a su pueblo, no sin antes haberse ido pa’l carajo con un ticket exclusivo que me encargué de hacerle llegar, desde esa fecha las investigaciones a la vida de Sante y allegados empezaron.

Nana y yo estuvimos peleados cerca de semana y media, me repetía que ella sabia cuanto valía y lo que realmente era, que sus lagrimas no eran de cocodrilo, que yo no confiaba en ella (en efecto no lo hacía) y que me estaba encargando de hacerla sentir mal (me declaro culpable).
Dejé pasar el episodio de la clave, no obstante, era obvio que Nana ocultaba algo así que decidí esperar pacientemente que la marea baje. La llame un una noche (Nana no tenia internet por las noches), y le hablé desde el corazón, con lo poco de corazón que me quedaba, empujado por la amistad que aún prevalecía… tenía la esperanza de ver a Nana ceder ante mis peticiones.

Le pedí su clave y se negó; se la pedí de nuevo, se negó y se molestó; se la pedí una vez más y ante su negativa no me quedo más remedio que sacar la artillería pesada. “Nana si me das la clave y no tienes nada que ocultar, genial me cortas en pedacitos, pero si no me la das terminamos”. Al ser de noche y no contar con una conexión a internet cercana no le quedó más remedio que darme su clave de Messenger.

Mientras entraba a su correo, tenía a Nana esperando en el teléfono y le dije “Si quieres que esto funcione estás haciendo lo correcto”.
Entré a su correo y para acrecentar mi infelicidad, no había nada, no existía rastro de infidelidad ni en la bandeja de entrada ni en la papelera de reciclaje y fue entonces cuando le dije ¿Ves nana? Qué problema hay era todo lo que quería” Y Nana me respondió con voz tímida y entrecortada al otro lado del teléfono “¿Hay algo?”
Me despedí de Nana, corté el teléfono y pase tres horas husmeando en su correo hasta que di con la carpeta que decía “Mensajes enviados”

Nana tontamente había olvidado vaciar la carpeta de mensajes enviados y sobre esa carpeta armé mi caso. Cuatro meses de infidelidad aparecían frente a mis ojos, cuatro meses que formaban parte de mi relación de cinco meses con ella. Es decir, de mi relación de cinco meses, cuatro de ellos habían sido una mentira, cuatro meses en los cuales la principal característica de Nana fue el cinismo descarado.

La llamé únicamente para cumplir con su derecho a réplica (ya nada me importaba, yo funciono con verdades el resto es mierda), lo negó todo, se invento una historia en la cual los extraterrestres entran a su cuenta de correo para cumplir una misión encargada por su líder, enviarle mensajes y postales de amor a Sante (Cinismo hecho persona).

Nana esta vez no se fue a su pueblo, no se fue por un tubo ni tampoco pa’l carajo, esta vez me encargué de mandarla a la mierda.
Desapareció de mi vida por casi dos semanas cuando de repente, y sin previo aviso, una mañana me llegó un mensaje de ella que decía “estoy volviendo a Lima”.

viernes, 4 de marzo de 2011

Capítulo 2: Más de lo que te imaginas


La traición de Sante, el enamorado de Nana, fue el punto de partida para que Nana regresara corriendo a mis brazos, a los brazos del hombre que nunca dejó de amar y con el que siempre estuvo manteniendo contacto. Está de más decir que yo la esperaba no sólo con los brazos abiertos, sino también con la cama destapada y los condones cuidadosamente repartidos a lo largo de toda la mesa de noche para no perder tiempo (ni excitación) al momento de tener que colocarlos.

Nana volvió a ser parte de mi vida, hablábamos a diario, compartíamos problemas, risas, travesuras y placer juntos…sin darme cuenta nos volvimos confidentes.
Le enseñé a decir mentiras piadosas para poder vernos a horas no adecuadas o simplemente vernos, ya que, Nena y toda su familia empezaban a sospechar que teníamos una relación furtiva y pecaminosa (sopechaban bien).

La enemistad de Nena con sus amigas por haberla delatado y mi cercanía a las mismas, hicieron que me ganara la animadversión de Nena de manera gratuita, sumado a esto, ella sabía que yo no sólo tenía fama de pendejo…estaba convencida de primera mano que yo era un pendejo, por tal motivo Nena se encargó de hacerme la vida imposible a mí y a Nana, no tengo idea de con qué autoridad moral me señalaba como un mal hombre, pero lo hacía y sin mostrar el menor rezago de vergüenza.

Conforme pasaba mis días libres con Nana, ella hacía de lo imposible posible para agradarme, para que me sintiera único e indispensable, sin embargo, yo no daba mi brazo a torcer, me negaba a ceder ante el camelo de sus ojos y su arte de besarme el cuello. Aquellos días de paseos sigilosos, de sonrisas llenas de engreimiento y de complicidad con Nana dieron como fruto un hermoso y lindo…”pacto de no agresión”, el primer hijo de una relación informal, pero llena de cariño y comprensión. El pacto consistía en no tener ningún otro affaire…más tarde entendería que el pacto de no agresión comprende tener una sola pareja y en consecuente celar y ser celado…craso error.

Nana no era una chica común y corriente, su vida estaba plagada de problemas en los que ella era víctima en gran parte, lucía indefensa ante la recua con la que compartía morada. Todos la trataban como el patito feo, todos la pisaban o pateaban para que se quedara en el suelo y ante el primer intento o amague de levantar la cabeza le jalaban los pies para que se fuera de cara, yo sólo aparecía para curarle los moretones y limpiarle la cara cada vez que lo necesitaba… ella se había convertido en más que una simple amiga con derecho.
Para colmo de males Nana estaba pésima en la universidad. Se había dejado llevar por malas amistades, por locuras sin sentido (me incluyo como locura) y había conseguido salirse de la senda de la responsabilidad y la prudencia. Me dediqué a ararle el camino, a limpiarle el terreno para que corrija el rumbo, hasta que una noche no pudo más y me escupió en la cara todo lo que yo no quería ver claramente.

“Eres injusto, dices que no te nace estar conmigo, pero ni siquiera lo intentas”

Frase contundente, categórica que refleja lo mal hombre que pude ser. Aquí no vale el apoyo que le di ni el cariño que le tenía. Nana estaba enamorada y yo me había estado aprovechando de eso.
Decidí darnos esa oportunidad que tanto me pedía. La verdad yo no estaba muy entusiasmado con la idea de tener una relación seria, lo tomé a la ligera, pero seguí respetando el pacto de no agresión.

No teníamos muchas semanas saliendo “en serio” cuando mi instinto femenino (adquirido gracias a haber sido criado por dos mujeres que vivían olfateando la infidelidad) me hizo entrar y revisar el Facebook de Sante.
Sante y Nana aparentemente habían vuelto, y las fechas de sus mensajes cariñosos coincidían con mi puesta en marcha de la relación con Nana “en serio”, es decir Nana había empezado a seguir los pasos de Nena y yo del hombre más cojudo del universo.

Llamé a Nana indignado, y la mandé directamente por un tubo. Esa “infidelidad” (porque aún no estábamos) transgredía el pacto de no agresión, ese engaño tiraba abajo mi idea de que Nana solo me importaba como amiga…con derechos.
Dejamos de vernos, dejé de contestarle el teléfono. Mi orgullo estaba herido, pero lo que más me molestaba era que la traición había tocado nervios a los que no imaginaba que llegaría.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Capítulo 1: Malos ejemplos

Nunca había acompañado a mi mejor amigo a una de sus reuniones con sus amigas de la universidad, pero esa noche no había planes y yo estaba decidido a chaparme a una incauta desafortunada que cayera en mis redes gracias a mi sensual contorneo de caderas o, con mayor probabilidad, gracias al alcohol que se iba a repartir en dicha reunión.

Luego de perdernos por los alrededores del estadio de la U buscando la casa en la que se realizaba la reunión, dimos con la casa, acto seguido, nos aventuramos dentro de ella ansiosos de sexo y alcohol. Yo conocía a dos personas en toda la reunión, a mi amigo y a su ex que también había sido invitada. Nos pusimos a conversar mientras que yo le preguntaba a mi compañero de cacería cuales eran las posibles víctimas.

De un grupo de seis o siete chicas resaltaban dos altas, una flaca y la otra piernona, y una bajita cuyos principales argumentos estaban prisioneros por un brasier 38 B (probablemente) que les impedía balancearse suavemente al compás de la música.

- ¿Cuál de las tres atraca¬? Le pregunté a mi compañero mientras me servía un vaso de whisky para empezar con la deshinibición.
- Yuca ah, son medio tranquilas, pero fácil la chata… (de pronto entró otra chica alta a escena)
-¿Y ella? Esa que acaba de llegar…
(me interrumpió y dijo)
- ¡A no! Esa es fija. Tiene enamorado, pero es el hombre más cojudo del universo, le saca la vuelta cada que puede, éntrale con todo.

Fijado el objetivo era hora de entrar en acción. Tragos van tragos vienen y la gente se divierte…
Me acerco cautelosamente a la malcriada del grupo, me presento y expongo…mi floro barato y chabacano. Nena es su nombre, tomamos, fumamos (a veces la situación lo amerita) y bailamos pegadito. Sin embargo, no hubo chape, hubo amagues…creo que no fui lo suficientemente insistente, o tal vez fue porque solo estaban sus amigas en la pista de baile improvisada, lo más probable es que no me haya encontrado lo suficientemente atractivo, aunque me gusta creer que fue por falta de alcohol.

Los meses pasaron y cada vez me uní más al grupo de amigas de mi compañero de aventuras. Fui conociendo una por una, descifrando perfiles psicológicos (habilidad que suelo intentar desarrollar), y descubriendo costumbres y manías de lo que era para mí, un nuevo grupo social al que me tenía que adaptar. Reconozco que mi intención principal era saber más de Nena, me tenía que sacar el clavo, necesitaba encontrar la manera de chapármela y terminar mi misión.

De cuando en cuando interrogaba a mi compañero buscando encontrar alguna información acerca de ella, y mientras más preguntaba más intenso se hacia mi libido.
Nena no sólo engañaba a su enamorado con otros hombres esporádicamente, también lo usaba. Era su enamorada porque él era mayor y le podía dar ciertas comodidades. ¿Cómo sé esto?
Nena -> Buena amiga de nena y a su vez mejor amiga de mi compañero ->Mi compañero ->Yo

Luego de esa serie de revelaciones, tenía que hacer algo al respecto no me podía sacar a esa mujer de la cabeza, hasta que un verano el grupo de amigas y sobretodo Nena, alquilaron una casa de playa convenientemente cercana a mi humilde morada.
Nunca pude intentar si quiera acercarme a Nena ese verano porque siempre estaba acompañada del hombre más cojudo del universo, sin embargo, una noche de fiesta en la casa de Nena y sus amigas conocí a la hermanita menor de Nena, una niña de 18 anitos llamada Nana.
La vi sola, medio atribulada, con el celular en la mano y tuve la imagen de cuando los leones esperan el mejor momento para atacar a las crías de las gacelas. Cual león me agazape y espere el momento indicado para lanzarme hacia la joven cría.

- ¿Y tú no bailas?

Fue el primer zarpazo y el único que necesité para terminar chapando casi desenfrenadamente en la puerta de un cuarto oscuro. Ciertamente, si era hermana de Nena pues debía seguir la tradición de la familia. Ese mismo día me memoricé su correo electrónico, y decidí empezar a buscarla después de clases.

Para mi mala suerte ella no era como Nena, ella quería una relación seria, bonita y renegaba cada vez que Nena se encerraba con otro hombre en su cuarto, mientras que el hombre más cojudo del universo trabajaba.
Nana quería una relación formal, no lo decía, pero yo podía notarlo…simplemente lo dejé pasar y me seguí aprovechando de la situación.

Con el pasar de los meses me fui encariñando de Nana, no era la persona con la que quería estar, pero era lo más cercano a una relación, estar con ella además de placentero era muy entretenido.
Hubo un momento en el que todo se jodió, y en el que creo que me dijo la primera mentira (la vida es así al final todo se jode). Decidí alejarme porque me asusté, porque fui cobarde tal vez y porque además me pedía cosas que yo no estaba dispuesto a darle a nadie en ese momento, en pocas palabras quería seguir llevando mi vida de pendejo sin que nadie me diga nada.

No dejamos de hablar, no dejamos de ser amigos, me seguía contando todas las aventuras de Nena y me gustaba ver que ella no era igual que Nena, que ella y su hermano estaban dispuestos a contarle de todas las aventuras de Nena al hombre más cojudo del universo para que sea degradado al rango de un simple cojudo enamorado.

Volví a ver a Nena y Nana en una discoteca por el cumple de uno de sus primos. Ese día nuevamente casi me chapo a Nena, en la cara de la pobre Nana…fui un mal hombre lo sé, pero Nena una pésima hermana también.

Después de ese episodio Nana consiguió un enamoradito con el cual peleaba en exceso, un enamoradito que probablemente haya sido su consuelo al mal hombre con el que se topó un día de verano, un enamoradito que se mereció y ganó todo el amor y cariño de Nana hasta que la engañó.
Si bien yo me aproveché de toda la situación, nunca le mentí, siempre fui claro en mis intenciones… consuelo de tontos, fui un mal hombre y se acabó.

No recuerdo exactamente el orden de los sucesos, pero Nena fue desenmascarada en frente del hombre más cojudo del universo y quién lo pensaría…sus propias amigas que ya no soportaban ver al hombre más cojudo del universo (que se había hecho su amigo) convertido en una alegoría en honor al cachudo la delataron. Acto seguido Nena y el hombre más cojudo del universo se rebelaron ante semejante perfidia, acusaron de fariseísmo a diestra y siniestra…renovaron su amor sincero e incondicional y en una ceremonia privada y vergonzosa el hombre más cojudo del universo ratificó su rango de hombre más cojudo del universo con la distinción summa cum laude.

Nana respiró aliviada porque ni ella ni su hermano tuvieron que desenvainar el puñal y clavárselo a Nena en la espalda por el conflicto moral en el que vivían, por un lado la amistad del hombre más cojudo del universo y por el otro lealtad a Nena. Nana estaba feliz porque ya se sabía la verdad a pesar de todo y yo estaba tan orgulloso de que no apoyara la conducta reprochable de su hermana mayor (aunque igual me hubiese gustado chaparme a Nena por el simple hecho que su novio era un cojudo de dimensiones astronómicas)