miércoles, 25 de enero de 2012

Y tú como te llamas

Tengo un nuevo perro, hay muchos como él pero este es mío. Sin mi perro no saldré a la calle y el sin mí a la calle no saldrá.

Lo conocí por medio de un amigo que ama a los animales, lo conocí porque vi la oportunidad y la aproveché. Tiene cuatro años y responde al polémico nombre de “Cachetes”. En mi casa lo llaman Cachete, probablemente porque la “s” al final del nombre lo alarga innecesariamente, o porque al momento de repetir el nombre varias veces la “s” se vuelve tediosa.

Odio su nombre, más no a él. Me encantaría ponerle negro, porque a pesar de ser marrón a lo lejos parece negro, me encantaría, pero no puedo.

Por cuestiones del azar, de esas casualidades que tiene la vida yo también soy marrón, pero mis más cercanos me llaman negro con frecuencia, y no permitiré que al perro lo llamen igual que a mí, no es justo para el perro ni para mí. Podría producir ciertas equivocaciones y malos entendidos que prefiero evitarme también.

He pensado en ponerle chancho. Chancho me parece un nombre genial para un perro, a mi antigua perra llamada Janis le puse como sobrenombre chancho, y durante los últimos años de su vida sólo me hacía caso cuando la llamaba por su apodo. Chancho sería genial, además esta vez el nombre o sobrenombre si iría de acuerdo al género, sería la mejor manera de recordar a Janis, poniéndole por nombre a mi perro su sobrenombre, de esa manera, cuando alguien me pregunte el porqué del nombre de mi perro yo podría responder alegremente “se lo puse en honor al chancho”.

Por alguna extraña razón me siento atraído por nombres absurdos y sin explicación, por ejemplo, Alberto. Me imagino diciéndole a mi perro “Alberto ven” y me suena tan divertido, tan fuera de lo común, pero este infeliz que tengo tirado a los pies de mi cama no tiene cara de querer llamarse Alberto, tal vez Felipe, pero Alberto no.

Otros nombres que me dan vueltas en la cabeza son nombres de animales, es decir los genéricos como toro, vaca, gato, perro y en esta sección de nombres si me puedo imaginar diciéndole “gato ven” me resulta hilarante salir a la calle y decirle a un perro negro que me llega casi al muslo “gato” es algo fuera de contexto.

También he tenido recomendaciones de mis más cercanos amigos. Sebastián me recomendó hace años que a mi próximo perro lo llame “igual que tú” para que cuando alguien me pregunte su nombre yo diga “igual que tú” y la persona en cuestión se confunda y pregunte si en verdad mi perro se llama como él o ella. Sus últimas recomendaciones han sido “todo”, para que cuando me pregunten con quien estoy yo responda “con todo”, sin embargo, sus más brillantes ideas de nombre han sido “ayudante de santa” (nombre del perro de los Simpsons) y “ganas de meterte toda la pinga” (nombre parecido al “ganas de clavar” que me sugirió mi amigo Marco)

Sería casi mágico llamar a mi perro con alguna de las trabajadas sugerencias de mis amigos, lamentablemente se me haría imposible responderle a mi mamá, papá, hermana, tía sobrina y cualquier hombre sobre la faz de la tierra cuando me pregunten con quién estoy, y yo me encuentre a solas con el perro. Por eso he decidido optar por la cordura que me ata, y llamarlo Forrest, como el personaje de la película que suele arrancarme lágrimas cada vez que la veo, y porque el perro es igual de tímido que el personaje.

Forrest será su nombre, ya habrá oportunidad para que el día que me llame alguna vendedora o encuestadora a mi casa y me pregunte con quién estoy yo pueda responderle libre y alegremente “con ganas de meterte toda la pinga” sin que se manifieste ningún atisbo de acoso sexual.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

muy buena.... =)....

Malu dijo...

¡Corre, Forrest!