Nana regresó a la capital con una mochila cargada de culpas, deseos de obrar bien y deudas por saldar, probablemente esa mochila fue la responsable de ese mensaje. Quizás quiso tener una suerte de reconciliación para tratar de subsanar el daño ocasionado o, tal vez, para tratar de limpiar la imagen de ligera con la que me había quedado.
Por otro lado, para esas fechas yo tenía la potestad de destruir la relación de Sante y Nana con tan solo un clic. Toda la información de mi relación de cinco meses con Nana estaba cuidadosamente guardada en un archivo de Word, lista para ser enviada al correo de Sante y gracias a un riguroso y exhaustivo trabajo de inteligencia, mis asesores (amigos y allegadas) y yo, obtuvimos pruebas suficientes como para que Nana descubriera que en realidad Sante no mentía con tanto desparpajo como ella, si no que Sante, astuto y traicionero como un zorro, ocultaba cosas y maquillaba verdades. Lamentablemente para Sante, su grupo de amigos es una manada de arrechos sin fronteras, una piara que ante la foto de una chica bonita o para tratar de acercarse a una mujer con la cual no podrían estar ni en cien años (mis colaboradoras) son capaces de hacer el papel de sufridos al punto de contar sus problemas y los de sus amigos.
Sante en efecto resultó ser un farsante, pude y puedo destruir la farsa que él ha montado, y de igual manera puedo acabar con la reputación de Nana frente a Sante si se me antoja.
Ya en Lima Nana, probablemente, volvió a tener contacto con Sante y fue muy fácil descubrirlo.
El día que me enteré que habían vuelto a tener contacto llamé a Nana y la mandé a pasear otra vez (únicamente con el propósito de joder), para mi buena suerte Nana al momento de contestarme el teléfono estaba acompañada de Nena y al parecer Nena escuchó toda la discusión. Ese mismo día en la noche me llegó un correo de Nena.
Básicamente Nena en el correo se encargaba de dejar en claro que soy un mal hombre, por eso, no me merecía ni a Nana ni a nadie; un acosador, por eso, iba a iniciar acciones legales en mi contra; un maricón…sobre todo un maricón (por alguna razón existen personas que emplean “maricón” equívocamente para referirse a alguien cobarde) por hablar mal de ella, corrección, por hablar injurias de ella y, por eso, merecía que me sacaran la mierda.(literal)
Me tomé la delicadeza de responderle el correo aclarando lo necesario.
“Querida Nena:
No soy acosador, ¿Por qué no le consultas a tu hermana cual es la verdad? Eres libre de tomar las acciones legales que te plazcan.
Tampoco soy maricón, porque hasta donde yo sé no he dicho nada de ti que no se ajuste a la verdad, además con quién voy hablar de ti… si solo tenemos a Nana en común. Y en efecto con la única persona con la que me he explayado acerca de ti ha sido con Nana.”
No le dije que Nana me había contado todas sus aventuras pecaminosas (no me interesaba) y tampoco me preocupé en desmentir la parte de mal hombre, porque probablemente lo soy, y en la parte donde me iban a sacar la mierda…bueno Nena y su jauría saben donde vivo (hasta le fecha ninguna notificación legal ni ningún matón se ha asomado a mi morada).
Le conté todo lo sucedido a Nana, sin embargo, nunca se preocupó (y no lo hará porque no le conviene) en desmentir las acusaciones de Nena en mi contra.
Ante la insistencia de Nana de vernos para aclarar las cosas una vez más cedí, pero fue más curiosidad y hedonismo que otra cosa. Me explicó que el farsante y yo le importábamos demasiado, pero que quería intentarlo conmigo nuevamente, que sabía que había obrado mal a pesar de todo lo que hice por ella y que esta vez iba a reconquistarme a mí y a mi confianza.
Antes de retirarme le dije “yo no puedo estar con alguien que piensa en dos personas, además prefiero que estés con él y me extrañes a mí, a que estés conmigo y lo extrañes a él” (sólido)
Al día siguiente, una vez más, debido a la insistencia de Nana y guiado por mi hedonismo, fui a verla y para no darle más vueltas, terminamos enredados en uno de esos ósculos anteriormente explicados.
Me prometió y juró nuevamente que iba a esforzarse por hacer bien las cosas, que no era capaz de cometer el mismo error dos veces (yo diría más). Nunca volvimos a ser enamorados, pero empezamos a salir como dos amigos que se besuquean de cuando en cuando.
Un domingo por la tarde la fui a recoger a su trabajo y cogí su celular. Nana, como ya era costumbre, se transformó. El nerviosismo era evidente, estremecía cada musculo de su cuerpo mientras ella intentaba ocultarlo con una sonrisa que de no haber sido por Paul Ekman (tómense la molestia de averiguar quién es, lo vale) no hubiera sabido que escondía o intentaba disimular el miedo que sentía en ese momento.
Molesto le devolví el celular, no me interesaba leer lo que había…lo sabía. Nana me hizo una escena en la calle. Que no confiaba en ella, que estaba cansada. No sé de donde adquirió esa costumbre de hacer escándalo, pero de donde yo vengo los trapitos se lavan en casa y los escándalos se hacen dentro de cuatro paredes.
Al regresar a mi casa fui abordado por la prudencia y la sensatez. Le escribí una carta de cinco páginas en la cual le explicaba las razones por las cuales no podía volver con ella y el esfuerzo mayúsculo (alejarse de Sante por completo) que debía hacer si es que quería un cachito de mi corazón. En la ultima página de la carta le repetía lo que le dije desde que me engañó por…segunda o tercera vez (perdí la cuenta).
“Si quieres regresar con él yo te voy a seguir apoyando, porque antes que tu enamorado soy tu amigo y cómplice, no te pido nada más que la verdad.
Lo único que quiero es ver que sales adelante y que no vas a tener empleos y amistades mediocres por el resto de tu vida, tú puedes salir adelante sola, yo sé que puedes.”
En este caso, inmediatamente después de la calma empieza la tormenta. Entré a su correo (obtuve su clave unos días antes no daré detalles).
Para mi mala suerte Nana se había vuelto todo un perito en el tema de las infidelidades, había borrado toda evidencia de comunicación con Sante el farsante. Pero no contaba con mi astucia, conseguí acceso a sus conversaciones de Messenger en tiempo real, y fue ahí donde descubrí que una vez más me engañaba con el farsante de poca monta, corrección a él lo engañaba conmigo.
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